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Historia

Homenatge a la memòria

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Gracias a aquellos aprendizajes que quedan por siempre

Esta historia comienza con la mirada de admiración apasionada de una niña hacia su abuela, la típica abuela de los pueblos andaluces con la ropa negra, un moño bajo y un delantal con bolsillos que le había cosido ella misma. Siempre activa y atareada, sin quejas. Fue entonces cuando vi hacer jabón por primera vez, después en el instituto volví a ver la magia de la química de la reacción, pero no fue después de muchos años que empecé a entender el verdadero valor de hacer el jabón; se recupera los conocimientos que hace muchos años rodean por muchas familias, se reutiliza y se transforma aceite de cocina en un producto no contaminante y útil (¿sabéis cuánta agua puede contaminar un litro de aceite? y ¿cuánto tiempo perdura si llega al mar?), se ahorra verter restos de fosfatos y otros "ats" y "ots" al agua de lavar la ropa. La Tierra nos lo agradece.

Los jabones para la piel están elaborados con aceites vegetales con un sobreengrasado entre el 7-10% lo que permite poder aprovechar las propiedades de estos aceites, las diferentes coloraciones vienen dadas por los infusionados de las plantas al agua de la fórmula, partes de estas plantas trituradas y/o especies que se añaden, no utilizo colores artificiales.

Se fusiona la necesidad de antes de aprovecharlo todo, puesto que no había mucho, con la necesidad actual de reducir la contaminación aprovechando recursos naturales para el cuidado y la higiene de nuestra piel, nuestro hogar y nuestro planeta.

Últimamente me he reencontrado con este arte de la jabonería y me ha servido de camino terapéutico por lo que estoy muy agradecida. ¡Gracias!

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